miércoles, 27 de abril de 2011

La generación mediática en la televisión actual


Durante años hemos sido testigos de un debate constante, ¿es realmente buena la televisión argentina? ¿Ofrece en su abanico de posibilidades opciones para toda la familia a la hora de reunirse frente al televisor o bien para acompañar durante unos minutos a un simple espectador? Obviamente la respuesta nos dejará varios matices para analizar y algunos otros que, en fin, agrandarán aún más esas dudas que tenemos.

Comenzada la década de los 90, corrían en nuestro país una serie de nuevas tendencias que al día de hoy continúan vigentes. Mientras que en el mundo caían el Muro de Berlín y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) e Irak invadía Kuwait, todo entre el auge de la música Grunge, con Nirvana a la cabeza y los dinosaurios que Steven Spielberg adaptó para la pantalla grande en Jurassic Park, en nuestro país también se establecían cambios. Los más importantes, desde la política, adoptando un modelo económico impuesto por el ministro Domingo Cavallo, bajo la presidencia de Carlos Menem y la sanción de la Ley de Convertibilidad. Presenciábamos el nacimiento de Puerto Madero y todo su glamour y elegíamos Miami para ir de vacaciones en lugar de San Clemente.
En la tele comenzaba a dar sus primeros pasos un tal Marcelo Tinelli, en un horario que aún no se terminaba de explotar como lo era la medianoche, Telefé le devolvía a los grandes la posibilidad de volver a reírse con los dibujos animados junto a Los Simpsons y las compañías de videocable aparecían y nos daban la opción de ver series norteamericanas exitosas como Seinfield, Friends, los Expedientes X y La Niñera.
Entre todo este compendio televisivo también se asomaban programas de “chimentos” de la farándula. Lucho Avilés y Jorge Rial, por ejemplo, nos contaban las intimidades de los famosos de la década y en ese momento comenzó el cambio en la preferencia de la gente. Ya no se elige la “novela de las 3 de la tarde” ahora veíamos a Lucho...
Más acá en el tiempo, este tipo de programas invade la televisión casera excediendo por completo sus horarios habituales y a su vez, creó subgéneros y una “selecta” clase de famosos y celebridades que se pasean por la mayor cantidad de canales posibles.
“Uno es famoso las 24 horas. Trabaja de famoso” sostiene Anabela Ascar, conductora de unos de los programas más bizarros de la actualidad, en Crónica TV.
En el medio de todo esto, Alejandro Seselovsky, periodista y redactor de la revista Rolling Stone y columnista del programa “Solo por Hoy”, que conduce María Julia Oliván y se emite por Radio Belgrano, editó el libro “Thrash: Relatos de la Argentina mediática”, en donde enumera hechos y anécdotas sobre aquellos referentes de la actualidad bizarra televisiva y junto a el nos adentramos a este fantástico mundo clase B.
“Este libro se fue haciendo con los años. Es una recopilación de notas que fui haciendo más cosas que escribí exclusivamente para este trabajo. Desde mi llegada a Rolling Stone en 2005 fuimos abordando personajes desde la óptica de la revista; comenzamos esa vez con Nazarena Vélez y llegamos a este número con Amalia Granata”, sostiene el autor en diálogo con La Vereda.
¿La personalidad de estos personajes bizarros te ha brindado como periodista otra perspectiva para realizar las entrevistas?
No lo pienso desde el periodismo, me interesó el relato. Sí me interesó el lenguaje y lo que el personaje tiene que decir. Mi perspectiva real fue el asombro, lo que se pueda armar con la persona que tengo adelante. Me sorprende el hecho que en la pantalla suceden cosas que no deberían estar pasando, como ver a Ricardo Fort en casi todos los canales. Eso me asombra, es raro. Y es una instancia anterior al disgusto o a la aprobación. Estamos ante un acontecimiento que en la lógica no debería estar pasando y digo Fort por citar un caso solamente.

¿Te sorprendieron realmente o recibiste lo que fuiste a buscar?
Yo trato de ir “virgen”, sin una mirada previa. Quiero ver que hay ahí de real, no quiero tener una referencia de ese personaje, deseo que simplemente ocurra lo más libre posible yendo al encuentro con un perfil desprejuiciado. Insisto en esto: si tuviera una mirada previa, sería muy difícil asombrarme.
¿Hay alguna manera de entender a la llamada “Televisión Basura”?
Lo que yo llamo Thrash en el libro ha ido expandiéndose por alguna razón. Antes era la farándula y elegías o no ver a Lucho Avilés. Si lo mirabas te enterabas de todo y si no lo veías, no. Ahora es más difícil, casi que imposible, que eso ocurra. Elijas o no verlo, te vas a enterar. La diferencia es el tipo de consumo y ese es el primer dato para entender a la televisión de hoy, incluso excede la programación. Hubo un ensanchamiento y vas a encontrar a estos personajes en carteles, publicidades, en fin, todos lados.
¿Existe la caracterización dentro de la clase mediática?
Totalmente. Dentro de este universo hay distintas “subespecies”. Hay muchas diferencias de procedimiento y de clase, por citar casos, no es lo mismo “Amigacho” y Zulma Lobato que Ricardo Fort o “La Mole” Moli. Trabajan en distintos segmentos, con otras herramientas y recursos. Mismo el nuevo travesti que canta temas de Pappo; eso se ha transformado en un subsuelo de Thrash. Antes el piso era el programa de Anabela Ascar en Crónica TV y no había nada más debajo de eso. Ahora sí. Existen infinidades de categorías, pero todas conviven en el mismo universo.
Alejandro Seselovsky sabe lo que dice. Conoce muy bien a la gran mayoría de las “celebridades” de turno, pasó horas junto a ellos y eso se ha visto reflejado en el libro. Este trabajo es una de las mejores explicaciones que se puede encontrar para entender esta nueva filosofía televisiva y puede además, brindar un concepto más amplio acerca del mundo bizarro. “Creo que Ricardo Fort es el mejor chiste de la televisión en muchísimo tiempo. Es una broma que para mi no tiene peligrosidad al revés del discurso progresista que lo condena porque muestra “pornográficamente” sus Rolls Royce. Es mucho más peligrosa Luciana Salazar que él”, sostiene y argumenta que la blonda vedette “se vende como un modelo real. Su ideología de la belleza es eso que está ahí adelante y es tan o más monstruo que Fort por la manera que ha intervenido su cuerpo. Ella es veneno puro en pantalla”.
¿Es más grave que sigan apareciendo este tipo de celebridades o que la gente no pueda parar de verlos en pantalla?
No creo que nadie no pueda. Escucho gente que dice “no puedo parar de mirar”, como culpándose. Debemos hacernos cargo y afirmar que nos gusta mirar esta tele, de otra forma no hubiera crecido tanto en los últimos años. Es una simple cuestión de mercado, cuanto mayor es la demanda, más grande es la oferta.
La gente suele decir que no mira esto o aquello, que no sabe quien bailó en Tinelli y después el ráting demuestra lo contrario. ¿Acaso da vergüenza decir que se mira tele basura?
Si, es vergonzante. Digamos que queda más lindo si se mira el Canal Encuentro por ejemplo; brinda una mejor prensa de uno mismo. Pero en Argentina nadie votó a Menem y ganó... ¡dos veces y otra en primera instancia! Creo que no tiene muchas vueltas, si la TV creció de esta manera es porque encontró un rebote en la gente, sino a nadie le interesaría. Además es redituable para los productores por un tema de costos. El precio de hacer ficción es altísimo por eso lo traes a Jacobo (Winograd) 10 minutos y el solo te aguanta el programa, pero me parecería un tanto mezquino explicarlo solo por ahí. Es un tema que merece una mayor profundidad. Es más por el lado de la gente, de una batalla cultural perdida que indica lo que consumimos.
¿Hubo un antes y un después de Mauro Viale?
En realidad creo que ha existido un antes y un después de unos cuantos. Así como en su momento estuvieron Mancera (Nicolás “Pipo”) o Badía (Juan Alberto) también hay que mencionar a “Indiscreciones” o “ZAP” (NdR: conducidos por Lucho Avilés y Macelo Polino, respectivamente). Mauro ha sido uno de los grandes creativos en este rubro. Por ejemplo, él ha puesto al travesti dentro del paisaje de la televisión. Lo agregó al mediodía, en un lugar espantoso, claro. El preparó al personaje que después, cuando aprendió a usar los cubiertos, se sentó en la mesa de Mirtha Legrand.
Marcelo Tinelli tiene la producción y los medios necesarios como para animarse a otro tipo de producto sin embargo siempre es lo mismo. ¿Ha tenido un aporte importante en la pantalla?
Lo que sucede es que cuando él sale de su faceta de conductor, sus productos fracasan, como ahora lo hace “Soñando por Bailar”, que ha perdido su batalla estrepitosamente con “Gran Hermano”, midiendo menos de 10 puntos. Tinelli es el gran hacedor, el que conduce este circo, pero tampoco puede hacer todo lo que quiera. Sí se ha convertido en la gran aspiración mediática. Por ejemplo Zulma Lobato “canta” “Hasta Tinelli y el Maipo no paro”, se ha convertido en la meta de la gran mayoría.
¿Da para más la televisión basura o ya ha tenido un límite?
No, creo que siempre la lógica de esto es la de llevar todo un pasito más allá, “superándose” día tras día. Con Ricardo Fort se rompieron muchos límites, por ejemplo, cuando en su cásting de novias en Showmatch Tinelli le pidió a una de las chicas que abriera su boca para contarle los dientes. Ahí ya se pasó una barrera. Esto es medio cocainómano, porque al igual que la droga, la televisión te pide más.
Con un menú televisivo tan amplio, ¿ves una continuación en tu trabajo?
Sí, muy probablemente habrá un “Thrash 2”. Creo que es un terreno que aún tiene cosas por explorar. Debo juntar un par de excesos de límites más y además hay retratos por hacer que no salieron en este libro, como Silvia Süller, Moria Casán o Jorge Rial, entre muchos otros.

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